Tras haber cursado la capacitación, superando numerosos obstáculos que le presentaron, aprobó los exámenes físicos y psicológicos; pero no fue suficiente.
El joven denuncia que vivió un verdadero calvario, siendo discriminado por ser limpavidrios y trabajar en la calle. Finalmente, pese a que Misael nunca dio el brazo a torcer ni se resignó, lograron darle la baja.
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